viernes, 20 de junio de 2008

cosas para cambiar

una amiga ha escrito en su blog algo sobre 30 cosas de ella (manías, costumbres) que podría cambiar antes de cumplir 25 años (¡va a cumplir 25, qué suerte! :-D) y me puse a pensar –ya que está cerca mi cumple– qué podría cambiar yo. y bueno, me salió esta listita de cosas que no sé si pueda cambiar, aunque quizá debería mejorar, en fin, no sé.

no me acuerdo de los cumpleaños
a veces los recuerdo y a veces (la mayoría), no. los apunto y justo ese día se me olvida mirar la agenda. tengo presente que en tal fecha es el santo de tal o cual persona, desde dos semanas antes, pero justo el “día d” ¡no me acuerdo! así que, por favor, con toda confianza háganme recordar cuando sea vuestro onomástico. en mi defensa debo decir que nunca me resiento cuando alguien se olvida del mío.

soy llorona
lloro cuando estoy furiosa o cuando algo me causa mucha, pero mucha indignación. lloro también con las películas, no con todas, sólo algunas, por ejemplo, “billy elliot”, “algo para recordar” y (así la vea 5,000 veces) la escena final de “cinema paradiso”. lloro también de risa y bastante seguido, si me entran ganas locas de reír o carcajearme, las lágrimas brotan sin que lo pueda evitar.

a veces soy medio maniática...
nada que ver con el personaje de jack nicholson en “mejor imposible”, pero confieso que tengo algunas manías, aunque inofensivas: para trabajar necesito escuchar música y si no puedo hacerlo ¡no me concentro! también tengo la costumbre de apuntar la chamba que tengo pendiente de hacer en un block y voy tachando con resaltadores de colores lo que ya terminé, si no hago eso, me rayo horrible. antes de apagar la tele por la noche, siempre doy antes una vuelta por tooooodos los canales. no me gusta que haya alguien parado en el mismo escalón que yo en las escaleras eléctricas.

el negro, siempre el negro
como se habrán dado cuenta, me visto de negro el 90% del tiempo, aunque tengo por ahí algunas prendas de otros tonos que uso de vez en cuando. y cada cierto tiempo me entran ganas de cambio y salgo muy animada a comprarme ropa de colores, pensando abrir mi vida a las tonalidades primaverales, animadas, ¡vibrantes! y me pruebo chompas lilas, blusas celestes y politos color de rosa que según la vendedora “me asientan muy bien” (sic)... para finalmente volver a mi casa con una blusa, una chompa y un polito... negros. para contrastar un poco, me compré un celular color rosado chicle que ha provocado las risas de algunos amigos.

tengo mal genio
hay días (pocos, por suerte) en los que me levanto con un genio de los mil demonios. pero como ya me conozco, me concentro, pienso en cosas bonitas, escucho música brasileña o cuento hasta 100,000 y se me va pasando. es más, hay gente que cuando le comento esto me dice: ¿qué? ¿tú eres malgeniada? ¡no lo puedo creer! je, je, es que no me han visto... :-)

miércoles, 27 de febrero de 2008

el "nirvana"

hacia fines de la década de los 80 abrió en lima una discoteca que no se borra de la memoria de aquellos que la conocieron (y la disfrutaron, porque también hubo a quienes nunca les gustó). era distinta y, sobre todo, un lugar con excelente música. se llamaba “nirvana”. por años fue mi point favorito y prácticamente no hubo semana en la que no fuera.


quedaba en la esquina de schell y grimaldo del solar, en miraflores, en el lugar donde ahora hay una lavandería. la primera vez que fui, junto con mi grupo de amigas de la universidad, nos quedamos alucinadas. ya teníamos experiencia en sitios medio dark, en los que la gente baila sola (habíamos sido asiduas al “biz pix”), así que nos encantó.


como en toda discoteca de la época que se preciara de ser buena, entrar era un problema. la gente se arremolinaba afuera y el portero, cual inflexible dictador, decidía y señalaba con el dedo: “tú sí, tú no”. por suerte no tuvimos problemas en nuestra primera incursión. y lo mejor de todo fue que después de esa primera noche en el “nirvana”, una amiga mía –muy convenientemente- empezó a salir y se hizo enamorada del chico de la puerta, que estaba bastante guapo. así que todas entrábamos gratis o pagábamos una entrada entre seis. ¿se puede pedir más cuando tienes 20 años, ganas de juerga y vives todavía de propinas?


sería imposible relatar aquí todas las anécdotas ocurridas en ese local, pero aquí van algunas que recuerdo especialmente. tomar nota de que son historias de chibolería, juergas universitarias y espíritus indocumentados.


un lunar verde


la primera vez que pisamos el lugar, todas dejamos nuestras carteras y casacas en el guaradarropa. una amiga temía dejar su saco, pensando que se podía perder (¡plop!). finalmente, a insistencia nuestra lo entregó al encargado y temerosa preguntó: “no le irá a pasar nada, ¿no? ¿nadie se lo irá a robar?”.


el chico, matándose de risa dijo: “no, nadie se va a llevar tu saco”, mientras señalaba la fila de prendas colgadas. todos soltamos la carcajada: entre un mar de casacas de cuero y abrigos (todos negros) brillaba como un faro el saco de paño verde esmeralda de mi amiga.

en su defensa debo decir que eran los 80, ella se vestía muy a la moda siempre y odiaba el negro. pero después de esa experiencia nunca más volvió a ponerse el bendito saco para ir ahí.


el “chapódromo”


la discoteca tenía un ambiente al que llamaban “el chapódromo”. era un apartado con varios asientos, tipo salita, con dos entradas, pintado todo de negro y tan poco iluminado que no veías ni tu nariz. por el nombre, es obvio para qué servía. pero ese no era su único uso. allí también recalaban quienes se pasaban de tragos y sus amigos los dejaban durmiendo, mientras ellos se divertían de lo lindo en la pista de baile.


una amiga durmió allí las dos primeras veces que fue al “nirvana”. tales fueron sus bombas que llegábamos, la instalábamos en el chapódromo y la dejábamos ahí soñando con los angelitos. por supuesto nos turnábamos de rato en rato para ir a verla y verificar si estaba bien o había despertado. recién a la tercera vez que fue (en estado consciente), “conoció” la discoteca.


la fiesta interminable


a fines del 89 hicieron una “fiesta de los 80” para despedir la década. iban año a año (80, 81, 82...) poniendo los éxitos alternativos de cada uno y con comentarios y presentación de cada canción. me tuve que quitar como a las 3 de la mañana y recién iban por el 86... imagino que al final no terminaron de hacer el recuento o lo acabaron a la mala.


parrillada imposible


una vez, la gente que trabajaba en la discoteca organizó una parrillada dominical a la que fuimos un pequeño grupo de gente que era asidua. quienes la conocieron deben pensar “¿dónde michi pudieron hacer una parrillada en el ‘nirvana’???”. bueno, si recuerdan, en la pista de baile del fondo, junto a la puerta, había otra puertita, oculta. ésta daba a un minúsculo patio en donde pusieron la parrilla. de más está decir que todo se llenó de humo.


de novela


en sus novelas, jaime bayly habla del “nirvana”. no he leído todas, pero creo que en la primera que escribió (y una de las pocas que he leído de él) la llama “el cielo”. el francotirador iba con un grupo en el que estaban también diego bertie y su enamorada de turno. y bayly (tal como relata) nunca bailaba.


cuando llegaba jaimito el terrible era un alboroto. muchas chicas, sobre todo una pléyade de rubias que parece era su club de fans, lo empezaban a perseguir. en la pista de baile, como él se ponía, whisky en mano, en una esquina a mirar a los danzantes, ellas lo rodeaban y empezaban a hacer idioteces para llamar su atención... pobrecitas, no sabían que era “plancha quemada” :-D. bueno, en esos tiempos, nadie lo sabía.


secuelas posteriores


de aquellas épocas me ha quedado una marcada debilidad por la música dark y los antros. también la costumbre de vestirme casi siempre de negro. y cada vez que escucho las canciones “lucretia my reflection” de sisters of mercy y “memorabilia” de soft cell, recuerdo aquellas noches y, pavlovianamente, me siento en bomba. deja vu.