miércoles, 27 de febrero de 2008

el "nirvana"

hacia fines de la década de los 80 abrió en lima una discoteca que no se borra de la memoria de aquellos que la conocieron (y la disfrutaron, porque también hubo a quienes nunca les gustó). era distinta y, sobre todo, un lugar con excelente música. se llamaba “nirvana”. por años fue mi point favorito y prácticamente no hubo semana en la que no fuera.


quedaba en la esquina de schell y grimaldo del solar, en miraflores, en el lugar donde ahora hay una lavandería. la primera vez que fui, junto con mi grupo de amigas de la universidad, nos quedamos alucinadas. ya teníamos experiencia en sitios medio dark, en los que la gente baila sola (habíamos sido asiduas al “biz pix”), así que nos encantó.


como en toda discoteca de la época que se preciara de ser buena, entrar era un problema. la gente se arremolinaba afuera y el portero, cual inflexible dictador, decidía y señalaba con el dedo: “tú sí, tú no”. por suerte no tuvimos problemas en nuestra primera incursión. y lo mejor de todo fue que después de esa primera noche en el “nirvana”, una amiga mía –muy convenientemente- empezó a salir y se hizo enamorada del chico de la puerta, que estaba bastante guapo. así que todas entrábamos gratis o pagábamos una entrada entre seis. ¿se puede pedir más cuando tienes 20 años, ganas de juerga y vives todavía de propinas?


sería imposible relatar aquí todas las anécdotas ocurridas en ese local, pero aquí van algunas que recuerdo especialmente. tomar nota de que son historias de chibolería, juergas universitarias y espíritus indocumentados.


un lunar verde


la primera vez que pisamos el lugar, todas dejamos nuestras carteras y casacas en el guaradarropa. una amiga temía dejar su saco, pensando que se podía perder (¡plop!). finalmente, a insistencia nuestra lo entregó al encargado y temerosa preguntó: “no le irá a pasar nada, ¿no? ¿nadie se lo irá a robar?”.


el chico, matándose de risa dijo: “no, nadie se va a llevar tu saco”, mientras señalaba la fila de prendas colgadas. todos soltamos la carcajada: entre un mar de casacas de cuero y abrigos (todos negros) brillaba como un faro el saco de paño verde esmeralda de mi amiga.

en su defensa debo decir que eran los 80, ella se vestía muy a la moda siempre y odiaba el negro. pero después de esa experiencia nunca más volvió a ponerse el bendito saco para ir ahí.


el “chapódromo”


la discoteca tenía un ambiente al que llamaban “el chapódromo”. era un apartado con varios asientos, tipo salita, con dos entradas, pintado todo de negro y tan poco iluminado que no veías ni tu nariz. por el nombre, es obvio para qué servía. pero ese no era su único uso. allí también recalaban quienes se pasaban de tragos y sus amigos los dejaban durmiendo, mientras ellos se divertían de lo lindo en la pista de baile.


una amiga durmió allí las dos primeras veces que fue al “nirvana”. tales fueron sus bombas que llegábamos, la instalábamos en el chapódromo y la dejábamos ahí soñando con los angelitos. por supuesto nos turnábamos de rato en rato para ir a verla y verificar si estaba bien o había despertado. recién a la tercera vez que fue (en estado consciente), “conoció” la discoteca.


la fiesta interminable


a fines del 89 hicieron una “fiesta de los 80” para despedir la década. iban año a año (80, 81, 82...) poniendo los éxitos alternativos de cada uno y con comentarios y presentación de cada canción. me tuve que quitar como a las 3 de la mañana y recién iban por el 86... imagino que al final no terminaron de hacer el recuento o lo acabaron a la mala.


parrillada imposible


una vez, la gente que trabajaba en la discoteca organizó una parrillada dominical a la que fuimos un pequeño grupo de gente que era asidua. quienes la conocieron deben pensar “¿dónde michi pudieron hacer una parrillada en el ‘nirvana’???”. bueno, si recuerdan, en la pista de baile del fondo, junto a la puerta, había otra puertita, oculta. ésta daba a un minúsculo patio en donde pusieron la parrilla. de más está decir que todo se llenó de humo.


de novela


en sus novelas, jaime bayly habla del “nirvana”. no he leído todas, pero creo que en la primera que escribió (y una de las pocas que he leído de él) la llama “el cielo”. el francotirador iba con un grupo en el que estaban también diego bertie y su enamorada de turno. y bayly (tal como relata) nunca bailaba.


cuando llegaba jaimito el terrible era un alboroto. muchas chicas, sobre todo una pléyade de rubias que parece era su club de fans, lo empezaban a perseguir. en la pista de baile, como él se ponía, whisky en mano, en una esquina a mirar a los danzantes, ellas lo rodeaban y empezaban a hacer idioteces para llamar su atención... pobrecitas, no sabían que era “plancha quemada” :-D. bueno, en esos tiempos, nadie lo sabía.


secuelas posteriores


de aquellas épocas me ha quedado una marcada debilidad por la música dark y los antros. también la costumbre de vestirme casi siempre de negro. y cada vez que escucho las canciones “lucretia my reflection” de sisters of mercy y “memorabilia” de soft cell, recuerdo aquellas noches y, pavlovianamente, me siento en bomba. deja vu.


1 comentario:

Milagros dijo...

Ayyy Beguito, qué nostalgia, épocas aquellas las nirvaneras.